La precariedad laboral multiplica los suicidios en el ámbito de la empresa


El estrés, el acoso moral, la precariedad, los despidos o las reestructuraciones son factores en auge de desequilibrios psicológicos o estados depresivos conducentes al suicidio como última puerta de salida al desarraigo laboral. Este fenómeno, cada vez más acusado en el mundo de la empresa, ha sido puesto de manifiesto por los expertos participantes en las Jornadas Internacionales Francófonas y Latinas para la Prevención del Suicidio, clausuradas ayer en París.
08 de febrero de 2002

El profesor Michel Debout, presidente de la asociación organizadora del congreso celebrado durante tres días en la sede de la Unesco, subraya que «el trabajo también acosa». Como prueba este especialista en violencias, autor del libro La Francia del suicidio, aporta una investigación europea de 1999 sobre las condiciones laborales según la cual el 9% de los empleados -13 millones- fue objeto de intimidaciones en su lugar de trabajo durante los doce meses precedentes, el 2% -3 millones-, de acoso sexual y otro 2%, de violencia física.



«Las condiciones de trabajo se degradan mientras se desarrollan presión, agresión, persecución y despidos», apunta. «Estas situaciones pueden provocar en el trabajador, el director, el ejecutivo o el empleado evoluciones ansiodepresivas capaces de hacer la cama a la conducta suicida», valora. A su juicio, el parado debe ser ayudado y apoyado en el plano médico-psicológico. «Pero si hay una medicina del trabajo, no existe una medicina del paro», constata.



Su colega el psiquiatra y psicoanalista Jean François Solal recomienda a los interlocutores sociales prevenir la conducta fatal «luchando en el seno de la empresa contra la humillación, el sentimiento de impotencia y la ausencia de diálogo».




El caso de Japón




«Cada vez más gente presenta estados depresivos cuyos pormenores son profesionales», una situación que se aproxima a lo que ocurre en países asiáticos como Japón donde el 20% de los 33.000 suicidios registrados en 1999 estaban ligados a dificultades económicas o sociales.



«El trabajador despreciado, humillado y apartado pierde toda su intimidad y el suicidio aparece como una retirada definitiva del espacio social», analiza el psicoanalista.



Para la psiquiatra Marie France Hirigoyen, autora del libro El acoso en el trabajo, el suicidio «es un riesgo mayor en los casos de acoso moral en la empresa aunque no siempre se sepa pues los trabajadores -los hombres más que las mujeres- no se atreven a hablar».




La globalización




El también psiquiatra Patrick Legeron señala como factor agravante la pérdida de puntos de referencia. «Todo cambia. Las empresas se fusionan y cambian de nombre o de ciudad. Y pese a eso se pide sin cesar al asalariado una entrega afectiva. La empresa se comporta como una mala amante que siempre pregunta si se la quiere», observa.



El sindicalista Christian Larose, presidente de la sección trabajo del Consejo Económico y Social francés, brinda una dramática estadística. «Sólo en el sector textil, se han registrado en los últimos ocho años al menos tres suicidios femeninos y 40 tentativas directamente ligadas a cierres de fábricas o planes sociales», expone. Su sugerencia de crear en los planes sociales una célula psicológica de seguimiento médico gratuito «durante un período relativamente largo tras los primeros efectos del anuncio de despido» fue aceptada por la ministra de Empleo, Elisabeth Guigou.


Diario Vasco


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