La inversión como una actividad ética


América económica. - Invertir en empresas que cotizan en bolsa no es una actividad neutral. Afecta la vida de las personas a través de los impactos que dichas empresas tienen sobre el medio ambiente, sobre las condiciones laborales o sobre los conflictos bélicos. Aunque, por ejemplo, cabría esperar que las organizaciones religiosas tuvieran una cartera de inversiones conforme a sus valores éticos, ello no siempre ha sido así. A menudo, se observa una división entre lo sagrado y lo profano: por un lado, hay la misión religiosa y, por el otro, la gestión de los recursos. Sin embargo, parece que las cosas están cambiando.
24 de julio de 2014

En un estudio reciente titulado From Stewardship to Power, realizado por el Instituto de Innovación Social de ESADE, junto con Audencia Nantes School of Management y la organización 3iG, mostramos cómo algunos grupos religiosos son un motor de cambio en la comunidad empresarial. Se trata de organizaciones que desean invertir de acuerdo con sus creencias religiosas y éticas. Es más, debido a algunas de sus características, estas organizaciones son más eficaces que los inversores responsables laicos a la hora de presionar a los directivos de las empresas.

La actividad caritativa y filantrópica de muchas organizaciones religiosas es extraordinaria y muy necesaria. Sin embargo, algunas de estas organizaciones se han dado cuenta de que, con sus planes de pensión o de inversión, acaso estén causando daño a la misma gente a la que quisieran ayudar, mientras que otras todavía muestran algunos temores al respecto.

Un temor recurrente entre los inversores religiosos es que un cambio de política afecte negativamente el retorno de la inversión, que en muchos casos resulta vital para mantener su actividad. Es un temor infundado, según indican numerosos estudios empíricos. Es cierto que hay algunos sectores que proporcionan beneficios muy elevados a sus accionistas, como la industria armamentística o la pornografía. No obstante, si eliminamos estos sectores, las diferencias desaparecen y la inversión más responsable no tiene por qué penalizar.

Otro argumento es que las acciones en manos de los grupos religiosos son pocas y, por tanto, sucapacidad de influencia es muy limitada. Al respecto, hay que tener en cuenta que, más allá de los activos financieros, estas organizaciones tienen una autoridad moral y religiosa. ¿A qué empresa o directivo le gustaría ser criticado públicamente por un sacerdote, una monja, un imán o un rabino? ¿O que estos lancen una campaña de boicot contra sus productos?

Finalmente, existe la objeción de que todo producto o servicio, así como toda actividad empresarial, pueden tener un lado negativo. Y, ante ello, surge la pregunta: ¿Es posible una inversión responsable? La respuesta es, evidentemente, que caben matices, que existe capacidad de mejora y que rehusar el debate no ayuda a evitar las incoherencias.

Han participado en este estudio unos veinte representantes de grupos religiosos del Canadá, Holanda, los Estados Unidos, el Reino Unido y la India. Revelan que, aunque a veces el valor de sus acciones no sea muy grande, ejercen su influencia sobre las empresas en que invierten y se hacen oír por los directivos y presidentes. También dedican tiempo a debatir sobre cómo utilizar su capacidad de influencia, en qué sectores y empresas invertir, y cómo actuar con su dinero de manera acorde con sus valores. Además, estas organizaciones colaboran entre ellas y comparten estrategias. Finalmente, gracias a sus redes y movimientos de base en varios países, están al corriente de los impactos sociales de las empresas, lo cual les permite protestar o alertar a los directivos de las mismas.

Por ejemplo, las prácticas de adquisición de tierras que lleva a cabo una empresa azucarera en el Ecuador son objeto de protesta por parte de una comunidad local, la cual busca el apoyo de su párroco. Este se solidariza con su comunidad y traslada sus quejas a otros colegas suyos estadounidenses. Al formar parte de una organización religiosa que tiene acciones en la empresa de refrescos que obtiene azúcar de la empresa azucarera ecuatoriana, estos religiosos americanos tienen acceso a la empresa y trasladan la protesta. Mediante esta larga cadena, se logra presionar indirectamente a la empresa ecuatoriana.

En definitiva, nuestro estudio demuestra que varias organizaciones religiosas se han dado cuenta de su poder como accionistas activos. Y no quieren separar sus creencias de sus prácticas de inversión, sino que ven la inversión como un medio más para avanzar hacia la justicia social.


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