Menos y cada vez más mayores


El Mundo. - Menos y cada vez más mayores. Así se podría resumir, de forma simple, el perfil demográfico de España, un país que acumula ya dos años consecutivos de reducción del número de habitantes por la fuga de extranjeros y la caída de la natalidad. La pérdida de población asciende a 310.456 personas -un 0,66% del total- y parece sólo el inicio de una tendencia que a medio y largo plazo, y según los economistas consultados, puede amenazar los cimientos del actual Estado del Bienestar.
14 de julio de 2014

La falta de trabajo y las pocas expectativas de mejora a corto plazo del mercado laboral dispararon en 2013 la fuga de extranjeros a cifras no registradas en ningún otro país de la Unión Europea. El pasado año salieron de España 256.800 personas más de las que entraron, un 80% más que 2012. El dato supone el cuarto año consecutivo de pérdidas y eleva el déficit migratorio al medio millón de personas desde 2010, según las cifras del Instituto Nacional de Estadística (INE).

Un 68% de esta pérdida corresponde a personas no nacidas en España y, precisando, un 55% del total es originario de Sudamérica. Es decir, la fuga responde más a la salida de extranjeros inmigrantes -algunos de los cuales ha adquirido la nacionalidad española- que de personas nacidas en este país.

A la reducción de la poblacíon hay que sumar, además, su progresivo envejecimiento. En los dos últimos años el número de mayores de 65 años se ha incrementado en 313.849 personas, una cifra similar a la pérdida de habitantes. La tendencia parece imparable ya que, desde 2007, este colectivo ha aumentado en 1,03 millones de personas, aumentando su peso sobre el total de la población del 16,5% al 18,1% en sólo siete años.

El aumento de los mayores se agudiza en las edades más avanzadas. Por ejemplo, el número de personas de "110 años o más" -último escalón de la escala demográfica del INE- se ha multiplicado por siete durante la crisis, pasando de 33 a 254; y los mayores de 90 se han incrementado en 148.132 personas, un 54% más.

A pesar de que la población ha aumentado en dos millones desde 2007, la cifra de defunciones lo ha hecho sólo en 4.338 anuales en el mismo periodo. El año pasado se registraron 389.699 fallecimientos. Sí se ha reducido, en cambio, el número de nacimientos, que ha sufrido una contracción del 13,6% o de 67.137 al año.

La crisis ha supuesto una metamorfosis total en la formación de una familia. Hoy en día un 39% de los nacimientos registrados en España tiene como madre a una mujer de 35 años o más. El porcentaje es 14 puntos superior a la cifra de 2007. De hecho, la mayoría de las madres el pasado año tenían una edad de 35 años, frente a los 32 del ejercicio previo a la crisis.

Una de las amenazas a largo plazo más preocupantes para los expertos consultados pende sobre el sistema de pensiones. La salida de extranjeros ha ido emparejada a una fuerte reducción del número de afiliados a la Seguridad Social. Esta cifra se ha reducido un 16% entre los años 2009 y 2013, equivalente a 309.001 personas. Un 56,8% de estas bajas se localiza en cuatro países:Ecuador, Bolivia, Colombia y Perú.

Casi la mitad de la pérdida de afiliaciones registrada en el régimen general están vinculadas al negocio de la construcción. El estallido de la burbuja inmobiliaria y posterior hundimiento del sector ha reducido en un 68,2% el número de afiliados en este área, más del doble que en otros negocios como las actividades administrativas (-31,7%), la industria manufacturera (-31,7%), la reparación de vehículos (-18,9%) o la hostelería (-11%).

«El envejecimiento de la población va a tensar la sostenibilidad de las cuentas públicas. Para sostener el Estado del Bienestar, España necesita movimientos migratorios fuertes», explica Cándido Pérez, socio responsable de Infraestructuras, Transporte, Gobierno y Sanidad de KPMG en España. «La recuperación del ciclo económico, tarde o temprano, llevará aparejado el retorno a saldos migratorios positivos con total seguridad, corrigiendo la contracción poblacional», explica Ramón Mahía, profesor de Economía Aplicada en la Universidad Autónoma de Madrid.

A corto plazo, los expertos no creen que la caída de la población afecte al crecimiento económico ya que la práctica totalidad de los emigrantes que dejan el país lo hace por falta de trabajo. Esta reducción sí que podría lastrar el PIB potencial, que mide el crecimiento máximo que podría alcanzarse en una situación de pleno empleo. Por otro lado, esta situación podría ayudar a reducir los 5,9 millones de desempleados que arrojó la última Encuesta de Población Activa (EPA).

Aunque estos riesgos son «a largo plazo», Pérez advierte de que el «desafío no es sencillo» y «hay que empezar a tomar medidas ya». «La tendencia es irreversible y ya existe la amenaza de sostenibilidad a medio plazo. Las medidas tardan su tiempo en dar efecto de modo que no debería esperarse demasiado para tomarlas», explica Mahía. «La demografía es hoy en día la asignatura pendiente», explica el socio de KPMG .


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