Las fusiones abren las cajas de los truenos
La crisis financiera presiona el acelerador de las integraciones entre cajas, un pastel que ningún grupo político quiere quedarse sin catar. Unicaja y Caja Castilla la Mancha, y las integraciones de Castilla y León y Extremadura abarrotan todas las quinielas
El «souvenir» de los «souvenires» en Rusia son las
«matruskas». Esas muñecas que esconden un número siempre sorprendente
de más muñequitas exactas a la primera. En esta crisis ocurre algo
parecido. Primero fue la crisis financiera; ésta engendró la actual
crisis económica; y, ahora, el fuerte deterioro de la economía real
puede derivar en un nuevo brote de tensiones financieras.
«Es posible un efecto de segunda vuelta entre la banca»,
aseguraba esta semana Strauss Khan, presidente del FMI, reavivando una
hipótesis que, ingenuamente, había sido relegada al último cajón de
muchos despachos de financieros.
Pero el símil juguetero no acaba ahí. Aún hay una
«matruska» más: la política. La experiencia cuenta que cuando la
tensión financiera crece, también lo hace la lucha por el control de
las entidades financieras. Esto, en nuestro país, apunta directamente a
las cajas de ahorros, unas entidades que se han convertido en el centro
de todas las miradas desde que estallara la primera crisis financiera
en agosto de 2007.
No es que esta mitad del sector financiero nacional esté
más influenciada políticamente que la otra -pues dinero y poder es un
binomio que se pasea de la mano por todos los sectores de la economía-
pero sí que lo está de forma más descarada que en otros. Es como
aquello que se dice de la mujer del César: «no sólo tiene que ser
honrada, sino además parecerlo».
Este hecho, ha puesto al sector en el centro de la
diana. Más aún, estas últimas semanas, cuando las fusiones han
comenzado a dibujarse en el horizonte con nitidez, dejando también a la
vista las luchas por el control entre los grupos políticos.
Encarando la recesión
El nudo del debate en torno a las cajas se ha centrado
en que, aunque es cierto que sortearon sin problemas el torbellino de
los activos tóxicos, ahora deben afrontar una inevitable -y trepidante-
mora, acentuada en su caso por una mayor exposición al sector promotor
e inmobiliario. Del escenario de recesión económica tampoco se libran
los bancos, aunque la presión integradora que recae sobre ellos es
menor, pues sus integrantes no tienen un grado de dispersión tan
elevado.
De hecho, en un sector como el de las cajas es muy
difícil, y arriesgado, generalizar. La más grande, La Caixa, tiene un
activo superior a los 260.000 millones de euros y unos beneficios mil
millonarios. La más pequeña, Caixa Pollença, acumula algo más de 300
millones en su activo y unos beneficios que podrían ser la décima parte
que los de su hermana mayor. Entre ambas, el abanico de posibilidades
es inmenso.
El tamaño no es siempre un termómetro fiable de la salud
de una entidad -hay cajas menores que podrían capear niveles de mora
mucho más elevados que sus compañeras de mayor envergadura- pero es
innegable que aporta ciertas ventajas. Sobre todo, en lo que a costes
se refiere, pues, economías de escala aparte, las entidades grandes
suelen tener acceso a financiación más barata.
Por eso, las expectativas de fusiones se han ido
avivando a medida que se agudiza la intensidad de la crisis. Los
expertos coinciden en que podría ser un buen camino pero, también
apuntan a que es probable que haya que esperar todavía un año para
empezar a adivinar cómo quedará dibujado el nuevo mapa financiero.
¿Qué hay de la política?
«Este año, 2009, sólo va a haber tiempo para intentar
capear el temporal; 2010, será más intenso», aseguran. En la misma
línea se ha mostrado el presidente de la Confederación Española de
Cajas de Ahorros (CECA), Juan Ramón Quintás, fiel defensor de las
uniones entre estas entidades, pero ajenas a las interferencias
políticas, que vaticina que «durante este año veremos un máximo de dos
fusiones».
Hay una máxima que, precisamente, Quintás siempre ha
defendido a ultranza: «las operaciones económicas deben regirse por
principios económicos». Sin embargo, a la hora de la verdad, las
trifulcas políticas están siendo un factor más que determinante. Por el
momento, hay varios frentes abiertos, aunque ninguno de ellos ha
llegado a cuajar.
¿CCM y Unicaja?
El último caso que ha saltado a la luz es el de Caja
Castilla La Mancha y Unicaja. Ésta última ya ha dado el primer paso
hacia una eventual fusión, dando la luz verde oficial al presidente,
Braulio Medel, para que mantenga las negociaciones oportunas. Y es que
en la entidad andaluza, a diferencia que en la castellano-manchega, hay
unanimidad sobre el proyecto. En CCM, sin embargo, la posibilidad de
fusión ha abierto la caja de los truenos en el PP, que ha denunciado
una operación estrictamente política, de la que se ha visto «marginado».
Otro de los proyectos más recientes ha sido la fusión
virtual de las seis cajas de Castilla y León, que prácticamente se ha
ido al traste por la excesiva intervención de los políticos. Las
entidades, arropadas por su patronal, decidieron dar un puñetazo en la
mesa y plantarse ante la planificación de un proyecto que definiría su
futuro y para el que no habían sido consultadas.
Grandes chascos
Otro de los grandes chascos en materia de fusiones fue
el de las cajas vascas, BBK y Kutxa, que se abortó en el último momento
en la Asamblea de la caja de Guipúzcoa, pese a haber sido aprobada con
anterioridad en los consejos de ambas entidades. Las próximas
elecciones podrían abrir, no obstante, una nueva vía de esperanza para
renovar el proyecto, incluyendo también, esta vez sí, a Caja Vital.
Rumores
Hay pocas entidades que escapen a la rumorología, aunque
Andalucía y Cataluña pueden considerarse las estrellas en este sentido.
Habrá que ver cuáles fructifican en realidad. Por el momento, el
proceso de fusión que más papeletas de exito acumula es la de
Extremadura, promovida por el presidente regional, Guillermo Fernández
Vara, y que daría lugar a una nueva caja que ocuparía el puesto 25 del
«ranking» nacional. Los principales partidos políticos están de acuerdo
y las señales que llegan desde las cajas son positivas.
MARÍA CUESTA
ABC