Demasiado de una buena cosa


Concentrar en una sola empresa el acceso a Internet y el acceso a contenidos genera, sin ir más lejos, tentaciones de abuso de posición dominante que a los gestores de Google les será enormemente difícil resistir a largo plazo.


James Bond ya tiene candidato para enemigo empeñado en conquistar el
mundo (!bwhahahaha!): una simpática compañía con colorido logotipo y ambición ilimitada:
Google. No contentos con haber inventado una nueva forma de publicidad,
revolucionando de paso el acceso a la información en la Red, ahora
parecen decidido a reemplazar a la industria de las telecos en su
conjunto. Sus últimos movimientos parecen indicar su intención de convertirse en proveedor de acceso a Internet vía WiFi. La combinación de acceso inalámbrico + buscador + localización geográfica + almacenamiento remoto será
extremadamente poderosa; literalmente cambiará el mundo. También
causará una concentración desmesurada de poder en las manos de una
compañía, lo cual no es bueno. Por simpática que nos pueda parecer.





La idea, que parece confirmarse, es de una audacia y simplicidad monumentales: una Internet sin hilos gratuita,
siempre conectada, financiada con publicidad adaptada en cada
dispositivo de acceso a su inmediato entorno geográfico. De un plumazo
las telefónicas, fijas y móviles, están fuera de la ecuación; de un
golpe, la publicidad se transforma en información útil, y se abren
nuevas e insospechadas posibilidades de negocio; de repente los medios
estarán luchando por sobrevivir en un mundo donde la palabra
'publicidad' no significa lo mismo, y los políticos tendrá que aprender
de nuevo su oficio. No harán falta más mapas, ni teléfonos fijos o
móviles, ni guías de ciudades, ni servicios de información telefónica,
ni libros de consulta. Con un sencillo y barato aparato electrónico
podremos llevar encima toda la información del mundo, limpiamente
organizada según nuestros alrededores inmediatos y (no nos olvidemos de
Google classic) por afinidad temática. Los dueños de negocios, a la
vez, podrán promocionar sus productos o servicios con precisión
quirúrgica, haciendo ofertas a las personas que pueden estar
interesadas y sólo a ellas; su promoción por tanto será barata y
efectiva. Todos saldremos ganando: consumidores, comerciantes,
ciudadanos...



Y Google estará en el centro de todo,
extrayendo de la infosfera miles de millones de beneficios de una forma
indolora y ofreciendo servicios baratos y extraordinariamente útiles.
No hay que olvidar que, para los estándares de la industria
tecnológica, Google ha sido y es una compañía atípica, cuyo lema es 'No
Hagas el Mal' y cuya desmedida ambición no se ha visto acompañada de
una desmedida arrogancia.



Si el futuro es tan brillante y colorido como el logo de la empresa, ¿cuál es, entonces, el problema?



Hasta
ahora Google ha acumulado un ingente poder, y lo ha usado en general
con precaución, sensibilidad y sabiduría. Pero milenios de amargas
experiencias nos han enseñado a los humanos que las acumulaciones de
poder raramente se producen sin engendrar arrogancia, y sin que tarde o
temprano se produzcan abusos.



Concentrar en una sola empresa el
acceso a Internet y el acceso a contenidos genera, sin ir más lejos,
tentaciones de abuso de posición dominante que a los gestores de Google
les será enormemente difícil resistir a largo plazo. Cuando el
crecimiento se detenga, cuando las perspectivas del trimestre no sean
todo lo boyantes que espera (no; que exige) el insaciable apetito de Wall Street,
cuando el puesto del directivo dependa del mantener a toda costa el
porcentaje de aumento de ingresos prometido; entonces la tentación de
utilizar ese poder será abrumadora. Es más; el ejecutivo que se resista
pronto será reemplazado por otro menos melindroso. Es la despiadada
lógica interna de las grandes compañías. Es el modo de funcionar de
nuestra economía. Es el Lado Oscuro.



Hasta ahora Google ha
resistido esa tendencia a dañar las perspectivas a largo plazo a cambio
de beneficios a corto. Pero no consta que la empresa californiana
escoja a sus financieros y especialistas en ventas y márketing con el
mismo exquisito cuidado con que selecciona a sus ingenieros. Y aun sin
poner en duda su calidad, estamos hablando de una empresa en bolsa con
una ingente capitalización, y con la constante presión que eso supone.
No todos los ejecutivos podrán soportarla todo el tiempo. El Lado
Oscuro acabará por aparecer. Es ley de vida.



Y si Microsoft, que
tan sólo quería (y consiguió) dominar el mercado de los Pcs, pudo
causar los problemas que causó y pudo generar el odio que generó,
imagine lo que puede ocurrir con un Google Imperator desmadrado; con
una empresa que controle en la práctica el acceso a la información del
planeta entero.



Google conoce bien la Red, no teme pensar en
grande, y es una empresa formada por gentes bienintencionadas y
extremadamente competentes. Es una buena cosa que el poder que tiene lo
haya concentrado una empresa así. Pero como dicen los toxicólogos, no
hay sustancias venenosas, sólo dosis; una buena cosa en cantidades
excesivas puede matar. Y si bien una red inalámbrica de acceso gratuita
es una buena cosa, si nace de la mano de Google cabe recelar. Porque
quizá sean capaces de superar la tentación del poder absoluto. Pero tal
vez no. Y eso debería preocuparnos, mucho.


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