'Bomba' de contaminación en el Ebro


Los sedimentos encontrados junto a Erkimia superan ampliamente los límites de radiactividad de origen natural; también hay una gran presencia de otros tóxicos.
10 de septiembre de 2004

Un informe del CSIC encargado por la Generalitat ha constatado la existencia de un gran vertedero incontrolado de materiales mineros radiactivos en el embalse de Flix del Ebro, cerca de la factoría de Erkimina (Ercros). El actual Govern, que tuvo conocimiento de este asunto nada más acceder a la Generalitat en enero, ha puesto en aviso a la Confederación Hidrográfica de Ebro (CHE) y al Ministerio de Medio Ambiente para que tomen las medidas. El informe al que ha tenido acceso La Vanguardia también desvela altísimos niveles de contaminación de metales pesados y sustancias organocloradas, muy tóxicos para la salud y el medio ambiente. El Departament de Medi Ambient señala, sin embargo, que no se ha detectado ninguna incidencia sobre la red de pública abastecimiento de agua.

En la margen derecha del embalse de Flix se han encontrado entre 70 y 100 toneladas de restos semisumergidos con compuestos radiactivos, en una enorme montaña de sedimentos parcialmente sumergida que incluye de 10 a 70 toneladas de los metales pesados y de 1 a 10 toneladas de compuestos organoclorados, según una primera estimación a la baja hecha sólo a partir de la parte sumergida.

Los materiales que más inquietan proceden de restos minerales generados desde los años setenta en la producción de fosfato bicálcico para usos agrícolas, una actividad que no ha estado sometida a los controles necesarios.

El mineral de fosforita tiene como impureza el uranio 238, por lo que la radiactividad es una de sus características naturales. El problema es que el tratamiento industrial ha concentrado y almacenado el uranio y otros elementos radiactivos para ser luego vertidos de manera incontrolada, hasta constituir un auténtico peligro.

El basurero plantea un serio interrogante sobre la responsabilidad de la empresa. Debe aclararse por qué nadie dio cuenta estos años de tales vertidos peligrosos, ya que en los casos de contaminación por metales pesados y sustancias organocloradas debe determinarse cuándo se hizo el vertido, pues la fabricación de algunos de estos productos (DDt y PCBs) ya está prohibida.

Los sedimentos hallados superan los límites de radiactividad de origen natural susceptibles de ser declarados a la Administración para ser manejados adecuadamente, según los estándares de las normativas europeas y españolas en la materia. En el caso del uranio 238, numerosas muestras de sedimentos superan los límites radiactividad medida en bequerelios por kilo de sedimento, mientras que en el caso del plomo 210 o el radio 226 los valores hallados se acercan a sus límites. Además, la radiactividad total generada (por el uranio 238, plomo 210 o radio 226) supera los límites de actividad que obligarían a declararlos. En cambio, las muestras tomadas de sedimentos entre el embalse y el delta del Ebro señalan valores normales.

“Estos residuos en ningún caso, representan un peligro por exposición directa; el problema es que, como se encuentran depositados en un medio fluvial, son susceptibles de ser removilizados y transferidos a ecosistemas sensibles o a la cadena alimentaria a través del sistema de suministro de agua a la población o de los productos agrícolas regados con estas aguas”, señala a este diario Joan Grimalt, químico del Institut d'Investigacions Químiques i Ambientals de Barcelona del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y uno de los autores de trabajo encargado por la Generalitat.

Mientras tanto, el Govern ha solicitado a la Confederación Hidrográfica del Ebro –responsable máxima de la salud del río– que efectúe estudios de riesgo ambiental para delimitar y acotar la posible vía de distribución de los materiales radiactivos a través de la cadena alimentaria de la fauna, la humana y su posible impacto en la agricultura. “Si la Confederación Hidrográfica no hace estos estudios, los haremos nosostros”, señala Jordi Cañas, director general de Polítiques Ambientals i Sostenibilitat de Medi Ambient.

Como medida preventiva, Medi Ambient ha negociado un acuerdo para que cuando el Ebro lleve mucho caudal y pueda erosionar el vertedero subacuático (a partir de 800 m3/s) se dé aviso y se ponga en marcha un plan de seguimiento, que incluiría la toma de muestras del agua, entre otras medidas de emergencia.

Aun así, los expertos indican que no se sabe a qué velocidad debería circular el agua para que se produjera el arrastre de estos materiales. Todo indica, así, que en el caso de que se produjera una gran avenida en el río se tendría que hacer un seguimiento más exhautivo. En cualquier caso, el problema no ha afectado a la red de abastecimiento, recuerda Cañas.

“Nuestra preocupación ha ido disminuyendo a medida que hemos ido estudiando este asunto en profundidad”, explica. “Hay que tener en cuenta que toda esta concentración de contaminantes no está dispersa y en movimiento, sino que la tenemos depositada en un río y suficientemente fijada como para que un caudal normal pase por encima sin que la arrastre o la diluya”, dice. También se sabe que la montaña de basura radiactiva no ha aumentado en los últimos meses

El informe alerta asimismo sobre las elevadas concentraciones de metales pesados y sustancias organocloradas. En algunos casos, se trata de compuestos altamente tóxicos, cancerígenos o con una gran capacidad de afectar al sistema endocrino y al aparato reproductor.

Lo más grave, además, es que en algunos casos se trata de productos cuya fabricación ya está prohibida (el DDt o los PCBs), por lo que habría que datarlos para ver si fueron arrojados con posterioridad a la entrada en vigor de la prohibición. Esta sería una forma de determinar si existe aún alguna responsabilidad ambiental.

Las muestras recogidas en el embalse presentan niveles de concentración de mercurio, cromo, níquel, cadmio, plomo, cobre y arsénico muy por encima de los niveles sedimentos de río no contaminados. Aguas abajo del río, se detecta incluso contaminación por mercurio y cadmio.

La Vanguardia


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