El dinero empieza a hablar


La ética y la responsabilidad están empezando a cobrar cuerpo como criterios de inversión.
16 de julio de 2004

Tras años de concienciación, el patrimonio gestionado bajo estos principios ha crecido por primera vez en España en 2003. Sin embargo, todavía está huérfano del respaldo legal La rentabilidad no es el único objetivo de los inversores españoles. Cada vez más, priman la defensa de los principios éticos a la hora de decidir dónde depositar su dinero.

Esta tendencia ha permitido que, en 2003, el patrimonio gestionado por las Instituciones de Inversión Colectiva (IIC) socialmente responsables haya aumentado un 33%, hasta 114,36 millones de euros, según el Observatorio de la Inversión Socialmente Responsable, elaborado por el Instituto Persona, Empresa y Sociedad (Ipes) de la escuela de negocios ESADE, y promovido por la Fundación Caixa Sabadell.

Este incremento supera, por ejemplo, al experimentado por los fondos de inversión inmobiliaria (FIM), que el pasado ejercicio aumentaron su patrimonio gestionado en un 25,71%.

Cambio de tendencia
El profesor de Esade Josep María Lozano, responsable del estudio, destaca que "el incremento del patrimonio en 2003 supone la primera subida desde que IPES lanzara su primer Observatorio, hace cuatro años". El pasado ejercicio, por ejemplo, cayó un 9,77%; y en 2001, el retroceso fue del 17,18%.

La mejoría es todavía mayor si se suman los 762,52 millones de euros de patrimonio que gestiona el fondo BBVA Extra 5 II Garantizado, una nueva ICC nacida en 2003 que ha disparado el interés gracias a que se trata de una ICC garantizada, uno de los productos que más éxito comercial ha tenido en el mercado.

De hecho, una de las razones de que la inversión ética haya tenido más problemas en despegar ha sido "que los gestores no se sienten a gusto comercializando estos productos", señala Joaquín Garralda, profesor de la escuela de negocios Instituto de Empresa.

En su opinión, "el principal obstáculo a la hora de vender estos productos es que los gestores hablan mucho sobre rentabilidad y riesgo. Es decir, sobre los aspectos financieros, porque son los que controlan. Pero, cuando empiezan a preguntarles sobre qué significa ser un fondo ético, qué criterios siguen, en qué empresas invierten y por qué..., se sienten incómodos. En consecuencia, impulsan más la venta de otro tipo de productos que dominan más y dónde no tienen problema en responder cualquier pregunta".

Esta falta de acierto comercial explica que España esté todavía por debajo de las grandes potencias en lo que ha inversión socialmente responsable se refiere. En Estados Unidos, entre el diez y el doce por ciento de los fondos son solidarios o medioambientales; cifra que en Reino Unido se reduce al cuatro por ciento y, en Europa, al 0,8 por ciento. España se sitúa por debajo de la media del Viejo Continente, y apenas supera el 0,3%.

Si se suman los datos de la nueva ICC, el patrimonio gestionado bajo criterios éticos asciende a 876,88 millones de euros, frente a los 79 millones de euros de 2002. Esta cantidad apenas representa el 0,26% de los 336.000 millones de euros de inversión socialmente responsable que se movieron en toda Europa en 2003, según el estudio anual de Eurosif (Foro Europeo de Inversión Social).

En Estados Unidos, la inversión socialmente responsable ascendió a 19.200 millones de dólares (15.472 millones de euros), según el Foro para la Inversión Socialmente Responsable (Ussif), que destaca que uno de cada nueve dólares se invierte bajo criterios éticos.

El protagonismo de los fondos éticos durante 2003 es sólo la punta del iceberg. Durante los próximos años, los inversores van a inclinar la balanza, todavía más, hacia el lado de la solidaridad, según el estudio Inversión en Negocios Responsables, realizado por CSR Europe y la auditora Deloitte.

El 69% de los gestores de fondos y analistas financieros consideran que en los próximos tres años estos productos van a mantener el mismo ritmo de crecimiento. Pero habrá diferencias en el tipo de productos que se comercialice, ya que el 71% de los gestores y analistas considera que los fondos centrados en fuertes valores sociales y éticos quedarán relegados a mercados nicho, sin llegar a popularizarse.

Futuro solidario
En este aspecto, España es un mercado peculiar. Como ha señalado el profesor Lozano en varias ocasiones, "aquí el liderazgo de la inversión socialmente responsable no ha estado abanderada por las instituciones religiosas ni por las ONGs, como ha ocurrido en el resto de países".

Esta peculiaridad deja todavía la puerta abierta a la creación y proliferación de IIC destinas a satisfacer los objetivos de estos colectivos. Un ejemplo es el fondo Santander Central Hispano Responsabilidad, nacido en 2003 y dirigido especialmente a la instituciones religiosas.

Además, en España destaca que el mayor activismo en este tipo de inversiones recae sobre las espaldas de ICC gestionadas y domiciliadas en el extranjero pero que se comercializan en España. En 2003, aparecieron tres nuevas, que se sumaron a las 11 del año anterior.

En cambio, el número de ICC españolas se redujo de 25 a 24, y también cayó en un 39% el número de partícipes comparables (sin incluir BBVA Extra 5 II Garantizado), hasta 4.309, frente a los 4.923 del año anterior. Si se tiene en cuenta la nueva ICC, la cifra de partícipes asciende hasta 32.501.

A pesar de la mejoría del último año, el despunte definitivo de estas fórmulas de inversión parece estar condicionada al respaldo de los Gobiernos. En Reino Unido, hace cuatro años se reformó la Ley de Fondos de Pensiones, obligando a estas instituciones a informar del comportamiento ambiental y social de las compañías en las que invierten, junto con la información económica convencional.

Este cambio legal ha convertido a Reino Unido en el país más avanzado y transparente en este tipo de inversiones, lo que ha permitido dispara el volumen de este tipo de inversiones desde los 25.200 millones de libras (37.883 millones de euros) de 1999, a los 224.000 millones de libras de 2001, último año con datos actualizados. Otros países, como Alemania, han seguido el mismo camino.

El profesor Lozano recuerda que ésta es una de las mejoras que todavía faltan en España para conseguir el despegue definitivo de la inversión responsable.

Entre el márketing y la estrategia
A pesar del avance que ha experimentado la inversión socialmente responsable en el último año, muchos inversores se siguen mostrando escépticos ante este tipo de productos, que en ocasiones son vistos como una estrategia de márketing más que como una auténtica convicción. Miguel Blesa, presidente de Caja Madrid, criticaba hace apenas dos semanas que "hay compañías españolas que utilizan la responsabilidad social corporativa más como un negocio para aumentar notoriedad y diferenciación que por pura convicción". El profesor Garralda, en cambio, considera que la mayoría de las empresas están convencidas del impacto estratégico que tienen este tipo de inversiones, pero reconoce que todavía deben aprender a gestionar la responsabilidad. "Es lo mismo que ocurrió con la calidad total en los 90.

Poco a poco, las compañías fueron exigiendo a sus clientes y proveedores que contasen con certificados ISO o Aenor para garantizar que gestionaban con los principios exigidos de calidad". En el campo de la responsabilidad social terminará ocurriendo lo mismo. "Las empresas decidirán no comprar a un determinado proveedor, aunque sea más barato, si no cumple una serie de principios éticos". Sin embargo, Garralda reconoce que, hoy por hoy, no se está haciendo de manera tan radical. "Desde lejos todo el mundo es muy ético, pero cuando te toca de cerca las cosas cambian".

EXPANSIÓN


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