No es casualidad. Como ya conocemos, porque es una pauta histórica que se repite si no se actúa con determinación, a la acción por la igualdad y a los avances feministas les sigue un rearme de una ideología patriarcal que se siente amenazada y que reacciona con distintas manifestaciones de ese poder patriarcal, en el plano de lo concreto. Y lo sucedido esta semana lo confirma.
El rearme patriarcal viene de lejos, acrecentado durante estos años de crisis por las jerarquías ultracatólicas y el gobierno con sus políticas neoliberales, plasmado tanto en los retrocesos de derechos, algunos conseguidos, como la reforma educativa, la restricción de derechos en reproducción asistida a las mujeres solas o a parejas de lesbianas, y la restricción en el derecho al aborto de las más jóvenes, y otros que se ha n quedado en el intento, como la reforma del derecho del aborto del exministro Gallardón, que tuvo que frenarse por la resistencia feminista y de la ciudadanía en general.
Y con la reforma laboral y las políticas de austeridad, que han generado el aumento de la precariedad laboral y la consiguiente pobreza laboral, el incremento de las desigualdades sociales, la feminización de la pobreza y de la desprotección social… Buscando, en última instancia, devolver a las mujeres al ámbito del hogar, a ser los ángeles del hogar, con la legitimación ideológica de la jerarquía ultracatólica y de la reforma educativa de Wert.
Por si este rearme patriarcal era sutil y pasaba desapercibido, en estos días hemos visto cómo algunos articulistas, amparados en la libertad de expresión, gozaban del derecho a la palabra (misógina) desde la prensa generalista, atacando sin miramientos la movilización feminista de la marcha del 7N. No nombramos a los “agraciados” próceres de la extrema reacción patriarcal porque no vamos a contribuir a su minuto de gloria, que en este caso más bien es de infamia. Si buscan notoriedad desde nuestro ámbito no la van a tener. Porque demuestran, además de ignorancia, posiciones pre-constitucionales y un sexismo y una misoginia que les desenmascara como personas, en su ética y en su política. Con sus ataques fundamentalistas a los avances feministas, tienen asegurada una plaza en el paraíso patriarcal. Pero, desde CCOO, lo que denunciamos es la facilidad para acoger estos artículos desde los medios de comunicación, que alguna responsabilidad al respecto deben tener. Y desde las instituciones, los poderes públicos, empezando por el gobierno y el ministerio implicados, que deben actuar y aplicar su mandato constitucional.
Desde CCOO reiteramos que solo acabaremos con la violencia hacia las mujeres si se coloca como prioridad absoluta en la agenda política la lucha contra las violencias y las desigualdades estructurales. Con coeducación. Con empleo digno. Con medidas igualitarias en todos los ámbitos de la vida social. Porque si la desigualdad estructural aún atraviesa todas las esferas de la vida, en consecuencia, es preciso transversalizar el objetivo de la igualdad en todos los ámbitos, recurriendo a acciones positivas que impliquen resultados. Esto, si verdaderamente, como sociedad, queremos avanzar.