Banco Santander: poder financiero, palanca empresarial


El Mundo. - Emilio Botín no necesitaba un asiento en los consejos de administración de las mayores empresas españolas para ser el personaje más influyente en muchas de ellas. A diferencia de otros bancos, el Santander no ejercía su poderío económico desde una potente cartera industrial, sino sobre la palanca que le daba su fortaleza financiera.
11 de septiembre de 2014

Botín prefería medir los riesgos de su negocio como acreedor que como accionista. Es algo que aprendió ya antes de suceder a su padre, cuando la venta de buena parte de la cartera industrial del banco evitó una crisis financiera que se llevó por delante más de 57 entidades en España. Ya al mando del banco, mantuvo esta filosofía liquidando las participaciones más relevantes de Corporación Banesto tras comprar en 1994 el banco que había presidido Mario Conde. Hizo lo mismo con la abultada cartera industrial de Banco Central Hispano tras la fusión en 1999.

Se tomó su tiempo en liquidar esta última. Salió de Airtel, Fenosa, Antena 3... Y con la venta de Cepsa en 2009 los más de 10.000 millones captados fueron empleados para la carrera por ganar tamaño en el mercado internacional, una decisión que se plasmó en la compra del banco holandés ABN Amro en 2008 con continuidad en numerosos países. Pero la enorme influencia de Botín sobre el mundo empresarial español no mermó lo más mínimo.

Aún tras un agresivo proceso de saneamiento, los préstamos a pymes y empresas españolas superaban el año pasado 106.000 millones de euros en todo tipo de industrias y servicios, desde la energía al comercio, el transporte, la construcción o la industria pesada. Sin hacer inversiones directas, una decisión suya suponía el impulso definitivo a un negocio, una operación o incluso un mercado. En el lado contrario, también podía suponer la quiebra de un emporio.

Donde Botín sí movió ficha fue en El Corte Inglés. Tras alcanzar un acuerdo para refinanciar su deuda, la filial de créditos al consumo del gigante de la distribución se convirtió en objeto de deseo para la banca acreedora, si bien fue el Santander -que también tenía la mayor exposición a los grandes almacenes- el que se llevó el gato al agua.

La alianza, por la que se pagaron 140 millones a cambio del 51% del negocio de crédito al consumo del grupo que preside Isidoro Álvarez,convirtió a Santander Consumer Finance (SCF) en la primera empresa española por volumen de créditos al consumo y una de las mayores de Europa. No en vano, y según datos de la entidad bancaria, el crecimiento de SCF en el presente ejercicio de 2014 (la operación se anunció el pasado octubre pero Bruselas no la autorizó hasta enero) se ha disparado gracias al negocio de los grandes almacenes.

La abultada deuda del grupo de comunicación Prisa y sus dificultades económicas movieron a Botín a otra operación de rescate, esta vez más heterodoxa. Junto a La Caixa y Telefónica accedió en junio de 2012 a canjear parte de la deuda por acciones. Como resultado, Santander ha incorporado a un grupo de comunicación a su cartera industrial al ser, con un 5,38% del capital, el tercer mayor accionista.

También se han dado casos contrarios. El paradigma fue Nueva Rumasa, a quien Botín cerró el grifo del crédito en marzo de 2010 tras descubrir que le engañaban con facturas falsas que descontaban antes de su vencimiento para lograr refinanciación. El holding de Ruiz-Mateos tenía una línea de crédito de 150 millones con el Santander, entre otras entidades bancarias. La entidad detectó facturas emitidas por duplicado con este fin. Y comprobó que Nueva Rumasa recurría habitualmente a este sistema fraudulento. Ello no privó a Botín de una denuncia de José María Ruiz-Mateos, que llegó a culpar públicamente al banquero del hundimiento de sus empresas.


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