¿Crisis de natalidad?


CCOO. - Oímos hablar de crisis de natalidad y declive demográfico, pero no de sus causas ¿O es que no tiene que ver con la precarización laboral y social y el empobrecimiento acelerado de la población, de especial impacto en mujeres y jóvenes? El descenso en natalidad también es consecuencia del aumento de las desigualdades y de la pobreza; del desmantelamiento del sistema de bienestar y sus efectos directos e indirectos en el empleo femenino; de los retrocesos en derechos laborales, económicos, sociales; en definitiva, de la incapacidad del gobierno para poner en marcha políticas de empleo, de conciliación y de protección social con dimensión de género.
22 de julio de 2014

El INE acaba de publicar los datos de 2013 sobre movimiento natural de la población, señalando que número de nacimientos se redujo por quinto año consecutivo en 2013 al descender un 6,4%, registrando así su quinto año consecutivo de descensos. Desde 2008 el número de nacimientos se ha reducido un 18,1%. El descenso de los nacimientos, según el INE, se debe a la menor fecundidad (el “número de hijos/hijas por mujer” sigue cayendo, hasta 1,27 en 2013), pero también en la progresiva reducción del número de mujeres en edad fértil, en descenso desde 2009, por implicar a generaciones menos numerosas, al menor aporte de la inmigración exterior y al mayor número de emigraciones al exterior durante estos últimos años (la emigración económica de nuestra juventud). 
Especialistas en demografía señalan que España se encuentra en el grupo de Italia, Portugal o Italia y del Este de Europa, con unos índices más cercanos a un hijo/hija por mujer que la tasa del norte de Europa más cercana a dos hijos/hijas, países que gozan de mejores políticas de empleo y de protección social. Si va mal el empleo, va mal la natalidad.
 Y la misma relación causal tiene que ver con la edad media de la maternidad, que sigue subiendo: en 2013 se elevó hasta 31,7 años. Sin duda, debido a factores que interaccionan, como, entre otros, el altísimo desempleo juvenil; el empobrecimiento de la población, con especial incidencia en la gente joven y los hogares monoparentales; la falta de protección social para personas y familias sin ingresos (800 mil hogares dónde viven casi dos millones de personas); la falta de oportunidades y políticas de emancipación; los recortes salariales; los roles sociales que continúan adjudicando las tareas de cuidado de manera casi exclusiva a las mujeres, sin avances en corresponsabilidad ni en servicios públicos de conciliación; o a la pervivencia de actitudes latentes de discriminación laboral hacia las mujeres por razón de su maternidad.
Para el empleo de las mujeres no hay épocas de bonanza, con un suelo superior al 12% de paro, pese a que hay dos millones y medio menos de mujeres que de hombres incorporadas a la actividad laboral (la mayoría, señalan como causa de su inactividad las obligaciones de cuidado de familiares). Pero, además, su tasa de paro ha crecido imparable en los últimos 5 años, por el efecto combinado de la crisis, la reforma laboral del gobierno del PP, la reforma de las Administraciones Locales, las políticas de austeridad y el desmantelamiento del Estado de Bienestar.
En 2008 (EPA 3oT), las mujeres tenían una tasa de paro del 12,7%; los picos de paro se concentraban en los grupos de edad de 20-24 años (con un 19,9%) y de 25-29 años (14,3%).En 2011 (EPA 3oT), su tasa de paro prácticamente se había duplicado (22,1%). Los mayores picos nuevamente se situaban en los grupos de edad de 20-24 años (41,2%) y de 25-29 años (25,5%).En 2013 (EPA 3oT), la tasa de paro femenino alcanzó el 26,9%. Por grupos de edades, alcanzaba al 50,5% en las mujeres de 20-24 años, el 31,6% de las de 25-29 años, y el 30% en las de 30-34 años. 
En resumen, que en 5 años, el paro femenino se ha duplicado: de 1 millón 245 mil paradas hemos pasado a 2 millones 766 mil desempleadas en 2013. Especial aumento en el grupo de 20 a 24 años, que ha crecido 30 puntos.
Además, la pobreza, la exclusión social y las carencias materiales, que afectan a las mujeres jóvenes. Según la Encuesta Condiciones de Vida (ECV) 2013, del INE, la tasa de pobreza de las mujeres de 16 a 29 años es del 23,9%, y de 30 a 44 años, del 21,1%. Señala la ECV un indicador importante de carencia material: 1 de cada 2 mujeres de entre 16 y 44 años no tiene capacidad para afrontar gastos imprevistos (el 48,5% de las mujeres de 16 a 29 años y el 42,5% de las de 30 a 44 años).También, según la ECV, el 40% de las personas en paro está en riego de pobreza.
Para que sea creíble, efectiva y solidaria la senda del crecimiento éste debe repercutir directamente en las personas. Debe concretarse en oportunidades y bienestar para la población más necesitada.
 Por tanto, para compatibilizar crecimiento, maternidad libremente elegida y mayor presencia de mujeres en el ámbito laboral, CCOO emplaza al gobierno a que afiance el crecimiento a través de un cambio de modelo productivo, apostando por un modelo que genere empleo de calidad, estable, con derechos y sin discriminaciones para las mujeres. El Estado tiene que recuperar su papel fundamental de garantía de unos servicios públicos universales y de calidad (con programas como el extinto Educa3, y desarrollo del sistema la atención a la dependencia) y de los sistemas de protección social con la finalidad de dar soporte a las personas más desfavorecidas y vulnerables, como son las desempleadas con menores a cargo. 

CCOO propone una reforma fiscal justa y progresiva, reduciendo la factura de alimentos y energía, que aumente la cobertura de desempleo (que apenas alcanza a la mitad de las personas en situación de desempleo) y que financie una Renta Mínima garantizada para las 800.000 familias que no tienen ningún tipo de ingresos. 
Otro pilar de salida de la crisis debe ser la recuperación de la negociación colectiva, para la mejora de las condiciones laborales de las mujeres en el ámbito de las empresas dónde aún se producen situaciones de discriminación que ponen en peligro el empleo de las mujeres.
En definitiva, una maternidad libremente elegida pasa por la creación de un entorno económico y social que haga posible llevarla a cabo, dotando a las mujeres de recursos suficientes para afrontarla, a través de empleo estable y de calidad y de una red de protección social y recursos públicos que posibiliten la permanencia en el mercado de trabajo a las mujeres.


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