Comienza el baile de las cajas


El Banco de España se reserva la recapitalización como último recurso
23 de febrero de 2009

Las cajas tienen invertido en ladrillo 250.000 millones de euros y tienen un patrimonio neto de 72.000 millones de euros. Desde un punto de vista de ortodoxia contable "el sistema como tal está en quiebra".

Este análisis no lo ha hecho un banquero, ni tan siquiera un analista financiero, sino el presidente de una importante caja de ahorros que prefiere mantenerse en el anonimato. En su opinión, la política crediticia desarrollada en los últimos años - muy focalizada en el sector inmobiliario-explica que se haya cerrado 2008 con una tasa media de morosidad del 3,8%, lo que significa que acumulan 33.654 millones en créditos malos.Pero lo peor aún está por venir. Se espera que la tasa media de morosidad supere el 8%.

Además, las cajas de ahorros tienen un handicap y es que al no tener accionistas no pueden acceder al mercado de capitales para refinanciarse con la agilidad de los bancos. Esta situación se ha complicado aún más con la crisis financiera internacional. Como reconoce Juan Ramón Quintás, presidente de CECA, a partir de ahora "una caja pequeña no podrá financiarse sola en los mercados".

Por tanto, dicen los expertos, la clave en esta situación es el patrimonio neto que tiene cada entidad. de hecho no se puede hablar de las cajas como un todo, ya que su heterogeneidad se ha agudizado con la crisis. Hay cajas bien gestionadas con un patrimonio neto muy alto, muy solventes y rentables, pero hay otras que han quedado muy tocadas por la crisis.

Esta situación se ha visualizado cuando se han dado a conocer las negociaciones entre Caja Castilla La Mancha, muy afectada por los impagados de grandes proyectos inmobiliarios (como Seseña, Martinsa, etc.) y Unicaja cuya tasa de morosidad es de 1,6%, una de las más bajas.

La importancia de esta operación, de llevarse a cabo, es que marca el camino para el resto. Las cajas bien gestionadas terminarán absorbiendo a las pequeñas siempre que sean compensadas económicamente. Para ello las cajas cuentan con el Fondo de garantía de depósitos de las cajas que han provisionado con sus aportaciones durante años y cuya cuantía se eleva a 4.500 millones. Esta cantidad a todas luces es insuficiente, por lo que tendrá que ser complementada por las aportaciones que haga el Tesoro para recapitalizarla como ha pasado en otros países.

Existe un amplio consenso en el diagnóstico de Quintás que las fusiones son un buen camino, siempre que no sean por motivaciones políticas sino por una lógica empresarial. También existe plena coincidencia en que estas fusiones tendrán carácter regional e interregional.

Ante esta situación el Gobierno contempla tres alternativas:

A. Que el Estado las recapitalice, siguiendo el modelo de Estados Unidos, Reino Unido, Francia o Alemania.

B. Crear un banco malo como ha propuesto el presidente de Caja de Catalunya y ex vicepresidente del gobierno socialista, Narcís Serra. Esta entidad estatal compraría las activos tóxicos de bancos y cajas y los vendería cuando el mercado vuelva a ponerlos en valor.

C. Impulsar un proceso de fusiones. El objetivo sería aprovechar las economías de escala y reducir redes y plantillas, para ahorrar costes. Según el profesor Santiago Carbó, de la Universidad de Granada y experto de la Reserva Federal de EE. UU., una fusión permitiría reducir entre un 15 y un 20% de los costes operativos, siempre que se haga bien.

En principio esta última opción es la que parecen haber elegido Gobierno y Banco de España para afrontar el ajuste. Consideran que es la que tiene efectos menos perversos. El propio gobernador Miguel ÁngelFernández Ordóñez indicó este camino. No obstante, ha dejado meridianamente claro que le corresponde a cada entidad decidir qué es lo que quiere hacer y con quien.

Lo que está claro, según ha afirmado en varias ocasiones el portavoz económico del PSOE, Octavio Granado, es que en el caso de que el Estado recapitalice una entidad financiera, lo lógico es que se le obligue a fusionarse. La razón es que no se puede dar dinero público a unas entidades para que sigan haciendo lo mismo. El presidente de la CECA va más allá y dice que los gestores que lo han hecho mal tienen que irse a su casa.

No obstante, el profesor Carbó advierte que "las cajas aparecen como candidatos naturales, cuando en realidad hay bancos de dimensiones medias e incluso elevadas que entrarían perfectamente en una quiniela de entidades fusionables". Las agencias de rating coinciden en que la banca mediana van a pasarlo mal. Por tanto, "lo que vale para las cajas también vale para los bancos".

En el fondo el proceso de concentración y reestructuración que se está planteando tiene como común denominador hacer entidades más grandes, purgar los excesos que se han cometido en los años del boom y racionalizar una red de oficinas.

Sin embargo, los expertos coinciden en que por sí mismas no son una panacea. Plantean graves problemas derivados de los equilibrios políticos. Así se puso de manifiesto con la fusión de las cajas vascas (BBK, Kutxa y Vital), que ha fracasado ya dos veces, a pesar del acuerdo entre sus gestores.

Lo mismo ha sucedido con las fusiones virtuales,a través de un holding, como intentaron las seis cajas de Castilla-León. Las luchas entre las baronías del PP las han frenado. Lo mismo se puede decir de las valencianas (CAM e Ibercaja), o las andaluzas (Cajasur, Caja Granada, Caja Jaén, Unicaja y Cajasol). Y eso que eran todas de la misma región.

En el caso de entidades de distintas autonomías, la LORCA da derecho de veto a los consejeros autonómicos de economía. Por tanto, exigen el acuerdo de los gobiernos afectados. Y para que esto sea posible, ambas autonomías tienen que estar gobernadas por el mismo partido político, de lo contrario parece casi imposible un acuerdo.

Mar Díaz-Varela
La Vanguardia


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